3) Producir nuestro propio Nitrógeno: Un cultivo de abono verde en base a leguminosas puede proporcionar el equivalente a 200 kg de urea para el cultivo subsecuente. Incluso los cereales jóvenes contienen un buen componente de Nitrógeno si se incorporan antes de la floración. El término «incorporar» puede no resonar con quienes son partidarios de la labranza cero, pero la realidad es que la labranza mínima a veces es más productiva. Es contraproducente “quemar” un cultivo de cobertura con un herbicida porque crees que la labranza cero es la única forma correcta de trabajar. Los tres nutrientes que se reciclan como gases: Carbono, Nitrógeno y Azufre, se escapan a la atmósfera cuando recurrimos a los herbicidas. Es preferible incorporar ligeramente un cultivo de cobertura en el “Horizonte A” (las 3 o 4 pulgadas superiores), para posibilitar el contacto suelo-planta que acelera la descomposición y utilización de toda la veta mineral y de Carbono que se encuentra en el cultivo de cobertura.
4) Inocular organismos fijadores de Nitrógeno: Sobre cada hectárea de suelo, se ubica el equivalente a 5000 camiones cargados de urea y se supondría que deberías cosechar tu parte de este insumo gratuito. Hay dos vías igualmente importantes para permitir un fácil acceso a estas 74 000 toneladas de Nitrógeno gaseoso:
– La primera involucra a los Rizobios, bacterias fijadoras de Nitrógeno que viven en los nódulos adheridos a las raíces de todas las leguminosas. No es suficiente inocular semillas de leguminosas con estos microorganismos, hay tres minerales que deben estar presentes para garantizar que se formen los nódulos desde el principio y que realmente puedas fijar Nitrógeno, desafortunadamente estos son los minerales que más faltan en la mayoría de los suelos en los que se producen cultivos extensivos.
El azufre es el elemento que determina una buena nodulación, y una combinación de Azufre, Boro y Molibdeno determina si tus leguminosas realmente están fijando Nitrógeno. Un requisito indispensable para un agricultor enfocado en la nutrición es una pala. Hay que desenterrar algunas plantas de trébol, chícharo o frijol y revisar la nodulación. Después, usando una navaja de bolsillo, abrir algunos de estos nódulos. Si no son de color rojo rosado por dentro, entonces no se está fijando Nitrógeno, es tan simple como eso, y en más del 50% de los potreros por los que camino encuentro que las leguminosas no están desempeñando esa función esencial.
El 80% de los suelos que revisamos en todo el mundo son deficientes en Molibdeno; y el Azufre, y el Boro frecuentemente se descuidan en la producción de cultivos extensivos. Las aplicaciones foliares y los tratamientos a las semillas pueden ayudar a abordar la escasez de estos tres elementos. Generalmente 50 gramos de Molibdato de sodio y 1.0 kilogramo de Solubor son suficientes para activar la fijación. (4)
-La segunda vía para obtener Nitrógeno gratis, como regalo de la Naturaleza, involucra la inoculación de organismos fijadores de Nitrógeno de vida libre, como puede ser una mezcla de Azotobacter especializados, que habitan en la superficie del follaje y fijan Nitrógeno atmosférico directamente a las hojas en forma de amonio. Esto es especialmente productivo porque ayuda a garantizar que la planta tenga la proporción requerida de Amonio/Nitrato de 3:1, la cual es una proporción de resiliencia importante con frecuencia ignorada por los agrónomos convencionales. Esta estrategia es bastante rentable, considerando los precios excesivos del Nitrógeno. También hay inóculos de Azotobacter que se pueden aplicar como tratamiento de semillas o mediante inyección de líquido en la siembra o plantación.
Fuente: “Chasing the Biggest Bang – Ten Tips to Reduce Input Costs”. Graeme Sait.
https://blog.nutri-tech.com.au/chasing-the-biggest-bang/
