El análisis de suelos tiene una historia muy venerada, siendo el primero el análisis basado en la CIC (Capacidad de Intercambio Cationico), con el cual estamos muy familiarizados hoy en día. Este fue creado y promovido por William Albrecht en la universidad de Missouri.
Albrecht realizó mucha investigación sobre el valor y la importancia de la nutrición vegetal desde la perspectiva de la salud pública y la salud del ganado. Su trabajo que fue fundamental para el análisis de suelos y actualmente todavía se considera un pilar en dicha área, particularmente dentro de la comunidad de agricultura orgánica y biológica, pero también en la comunidad agrícola convencional.
Muchos agricultores realizan este tipo de análisis en sus fincas, se trata de un análisis de fertilidad basado en la CIC del suelo, en el que se emplean diferentes tipos de extractantes, como el Melich 3, el acetato de amonio y algunos otros. Todos ellos con un objetivo fundamental, que es evaluar la capacidad de intercambio catiónico de los coloides del suelo. Aun cuando a través del tiempo ha habido mejoras en la metodología de estos análisis, su enfoque inicial no ha cambiado en los últimos 70 años, desde que Albrecht desarrolló su investigación original.
Desde 2011, en AEA (Advanced Eco Agriculture), hemos hecho un extenso trabajo realizando análisis de savia. A partir de entonces nos hemos planteado interrogantes cada vez mayores sobre cómo se utiliza tradicionalmente el análisis de suelos y cómo debería utilizarse en realidad. Esto nos llevó a cuestionarnos si el análisis de suelos está incompleto o si su enfoque es completamente erróneo, ya que los datos de los reportes que se entregan, generalmente no se correlacionan con lo que las plantas están haciendo en realidad. Esta situación, nos remonta al planteamiento de William Albrecht mecnionado anteriormente, es decir, si el reporte de análisis del suelo no corresponde con lo que las plantas obtienen, ¿a cuál de ellos le vamos a creer?
Nosotros creemos que las plantas son las que nos están mostrando la realidad, por lo que, si el análisis del suelo con frecuencia es significativamente incorrecto y no se correlaciona con el desempeño del cultivo, en algún momento tenemos que preguntarnos que es mejor ¿tener datos erróneos, o no tener datos?
Mi opinión es qué, en muchos casos, es preferible no tener datos que tener datos incorrectos,porque cuando no tenemos datos, confiamos más en nuestros sentidos. Es decir, confiamos en lo que estamos viendo, en el comportamiento del cultivo y en algunas otras cosas que podemos observar, y de esta forma tenemos un mejor panorama de lo que está ocurriendo. En otras palabras, somos más conscientes de todo el ecosistema, que el simple hecho de confiar en lo que nos dice un reporte de análisis de suelo.
La agricultura ecológica ha descrito que el suelo tiene tres componentes principales, el mineral, el físico y el biológico, mientras que los análisis de suelo, esos en torno a los que hemos desarrollado todo el marco de manejo de la nutrición de cultivos, solamente miden el aspecto mineral. No se da relevancia a las características físicas del suelo, por ejemplo, a la estructura de los agregados y la estabilidad de los mismos. Tampoco se toman en cuenta los aspectos biológicos en los reportes de suelo que recibimos de un laboratorio de análisis de suelo, aunque ciertamente ya hay ensayos biológicos disponibles y se están utilizando cada vez más.
El tema es que cuando se pide realizar un análisis de suelo estándar, nuestra idea inmediata es que estamos hablando de una prueba mineral del suelo, es decir de una prueba química, y no contemplamos sus características biológicas y físicas.
Desde mi punto de vista, el hecho de enfocarse principalmente en un análisis de suelo basado en la química, no ha llevado a la agricultura por buen camino. No estoy sugiriendo que históricamente haya habido intenciones nefastas al poner énfasis en este tipo de análisis basado en la química, simplemente fue consecuencia de la tecnología a la que en ese momento se tenia acceso, la que se comprendia bien. De hecho, hasta el día de hoy todavía estamos aprendiendo a entender mejor los ensayos microbiológicos del suelo y esta tecnología aún se está desarrollando rápidamente.
Sin embargo, dado que nos enfocamos solamente en un análisis basado en la química, eso nos da una perspectiva muy limitada, y son solo los aspectos que se reportan en los resultados del analisis de suelo los que nos concentramos en equilibrar, porque son las cosas que hemos podido medir. En otras palabras, hemos perdido de vista que la parte química es únicamente la tercera parte de todo lo que deberíamos estar midiendo en el suelo, y que también debemos considerar sus características físicas y biológicas.
Esta situación nos ha llevado a un modelo de nutrición vegetal basada en la química, incluso dentro del ámbito de la AgriculturaRegenerativa,lo cual es es la antítesis de una agricultura biológica.
Fuente: “Soil Testing 2.0: Build your Soil, Cut Costs & Increase Profits with Regenerative Agriculture”
A webinar hosted by AEA, featuring John Kempf
