Los hongos micorrícicos arbusculares (HMA) son las micorrizas más importantes en los ecosistemas agrícolas debido a que colonizan a la mayoría de las plantas cultivables. Estos hongos conocidos como «simbiontes obligados», deben asociarse con las raíces de las plantas para sobrevivir, y esta asociación es la que inicia una relación de beneficio mutuo entre ellos y la planta. Es decir, a cambio de los azúcares proporcionados por la planta, las estructuras largas y filiformes de los hongos, las hifas, actúan como una extensión del sistema de raíces favoreciendo su acceso a nutrientes inmóviles como el Fósforo (P), Zinc (Zn) y Cobre (Cu). Mientras que los pelos de las raíces de las plantas se extienden de 1.0 a 2.0 mm de distancia en el suelo, las hifas de las micorrizas exploran un mayor volumen de éste ya que pueden extenderse hasta 15.0 cm.
La relación entre las micorrizas y las plantas frecuentemente mejora su crecimiento y rendimiento, pero incluso cuando no se produzca ninguna mejora en el crecimiento, la mayor parte de la absorción de Fósforo por parte de la planta se puede atribuir a las micorrizas. Asimismo, se les ha atribuido el aumento en la resistencia de la planta a las enfermedades (resistencia sistémica inducida), una mayor capacidad de la planta para desarrollarse en condiciones de sequía y mejoras en la estructura del suelo. (Lohman, Ziegler-Ulsh, & Douds, 2010)
Si bien algunas prácticas agrícolas convencionales, incluida la labranza frecuente y la fertilización intensiva con fósforo, tienen un impacto negativo en las micorrizas; se pueden utilizar muchas prácticas agrícolas sustentables para reforzar las poblaciones de hongos micorrícicos nativos. Incluso los suelos que se han manejado durante un período prolongado contienen poblaciones de micorrizas que pueden incrementarse aún más mediante el uso de cultivos de cobertura, el desarrollo de una rotación de cultivos y el establecimiento de cultivos que promueven una simbiosis con los HMA.
Inóculos micorrícicos
La inoculación con hongos micorrícicos ofrece una alternativa para aprovechar sus beneficios. Las esporas micorrícicas, los trozos de raíces de cultivos colonizados y las hifas micorrícicas viables funcionan como propágulos activos de los hongos MA que pueden usarse como inóculo para «infectar» con ellos las plantas de cultivo.
Bajo ciertas circunstancias, el uso de inóculos puede ser preferible a las prácticas de manejo para reforzar las poblaciones nativas de hongos MA. El uso de fungicidas y otros agroquímicos, puede requerir de la inoculación de micorrizas para reintroducirlas en la comunidad microbiana del suelo, misma que pudo haber sido severamente degradada por la aplicación de este tipo de insumos.
En circunstancias menos severas, el inóculo puede usarse para producir plántulas “infectadas” que pueden tener los beneficios de las micorrizas desde su primer día en el campo. Diversas investigaciones han demostrado que esta ventaja competitiva puede tener un impacto positivo en los rendimientos. En un estudio realizado en 2008, plantas de fresa inoculadas con HMA antes del trasplante, produjeron un 17% más de frutos que las plantas testigo sin inocular (Douds et al. 2008). En un estudio en pimientos, se observó un aumento del 14 al 23% en las plantas inoculadas que fueron cultivadas en suelo modificado con composta y un aumento del 34% en las plantas inoculadas tratadas con fertilizantes químicos (Douds y Reider 2003). También se han observado aumentos de rendimiento en otros cultivos, incluidos tomates, papas, cebolla, maní, sandía, ajo y apio.
El inóculo producido comercialmente está disponible, su precio refleja los costos de los métodos de producción, incluido el invernadero o el espacio de laboratorio, así como la mano de obra y el tiempo asociados con el aislamiento de los HMA del medio original y / o la mezcla de las esporas en un sustrato. Estos costos, así como el envío y la manipulación, se transfieren al agricultor.
Producción de inoculo en los campos agrícolas
El Instituto Rodale desarrolló investigaciones con el objetivo de establecer un método para que los ranchos pudieran producir su propio inóculo mediante un sistema sencillo y económico.
Este sistema comienza estableciendo plántulas de “plantas hospederas” en bolsas de plástico negro, llenas de una mezcla de abono, vermiculita y suelo local. Los hongos MA existentes en ese suelo colonizan la raíz de las plantas hospederas y proliferan a medida que estas se desarrollan. Cuando las plantas mueren, las micorrizas pasan el invierno de forma natural en la mezcla de compost y vermiculita, y el inóculo estará listo para usarse en la primavera.
La mayoría de los aspectos del sistema descrito anteriormente, desde el tipo de compost utilizado hasta la tasa de dilución, se evaluaron mediante experimentación para identificar el mejor método para maximizar la producción. El resultado es un procedimiento que ha propagado con éxito todos los HMA probados y puede producir cientos de propágulos por centímetro cúbico. En una prueba, se produjeron 465 propágulos por centímetro cúbico; un incremento 7000 veces mayor en relación con la concentración inicial de propágulo en el suelo del campo que se utilizó inicialmente.
Referencia:
Lohman, M., Ziegler-Ulsh, C., & Douds, D. (8 de Diciembre de 2010). HOW TO INNOCULATE ARBUSCULAR MYCORRHIZAL FUNGI ON THE FARM, PART 1. Obtenido de Rodale Institute: https://rodaleinstitute.org/science/articles/how-to-innoculate-arbuscular-mycorrhizal-fungi-on-the-farm-part-1/