Principios incorporados en los sistemas de agricultura orgánica (continuación…)
El Suelo
Además de desarrollar un esquema de rotación exitoso, crear un suelo fértil es imperativo para un sistema de producción orgánica rentable y exitoso.
«Mucha gente no piensa en el suelo como un ecosistema, sin embargo, probablemente es el ecosistema más complejo de la Tierra», dijo Ray Weil, profesor de ciencias del suelo de la Universidad de Maryland. “Un suelo sano puede fijar dióxido de carbono, inhalar oxígeno, así como retener y absorber agua para que las plantas puedan sobrevivir y resistir la erosión». Por el contrario, un suelo poco saludable puede provocar escorrentía y contaminación de las aguas superficiales. Desde el punto de vista de producción, un suelo de mala calidad puede limitar el crecimiento y el vigor de las plantas.
En los sistemas de agricultura orgánica, la mayoría de los nutrientes provienen de la materia orgánica adicionada como compostas, abonos y cultivos de cobertura. Estas enmiendas no solo alimentan a las plantas, sino también a los organismos del suelo. A medida que la materia orgánica se acumula en el suelo, mejora su estructura y se incrementan las poblaciones de algunos organismos importantes que lo habitan, cómo la lombriz de tierra, que hace túneles y mejora la aireación y la infiltración. Estos organismos descomponen el material orgánico a fin de liberar nutrientes a un ritmo constante haciéndolos disponibles para las plantas. Los microorganismos del suelo retienen los nutrientes en una forma más estable, por lo que son menos susceptibles a perderse por lixiviación, erosión del suelo o escorrentía.
El suelo prácticamente es un zoológico de organismos microscópicos. Los biólogos están comenzando a analizar cómo funcionan los procesos de dichos organismos en los sistemas agrícolas orgánicos.
Numerosos estudios muestran que los sistemas orgánicos tienen mayor población y actividad microbiana. El ensayo realizado por el SAFS (Sustainable Agriculture Farming Systems Project) en el Valle Central de California, comparó sistemas de producción agrícola orgánicos versus convencionales, en un esquema de rotación de tomate, frijol, maíz y cártamo, y encontró poblaciones de microorganismos y actividad microbiológica significativamente mayor en los sistemas orgánicos que en los convencionales.
Otra investigación de la Universidad Estatal de Carolina del Norte muestra que pueden existir incrementos en las poblaciones y la actividad microbiana en el primer o segundo año de la transición a un sistema orgánico.
Los investigadores también han encontrado que se puede mejorar la fertilidad del suelo en sistemas orgánicos mediante el manejo de la fauna del suelo. En el experimento realizado por el SAFS, los investigadores estudiaron el papel de los nematodos benéficos que se alimentan de bacterias, lo cual ayuda a que el Nitrógeno y otros nutrientes estén disponibles para las plantas (redes tróficas), y encontraron que, al regar las parcelas en el otoño para mejorar la germinación de los cultivos de cobertura, la población de nematodos benéficos aumentó. Esta mayor población de nematodos condujo a una mayor disponibilidad de Nitrógeno del cultivo de cobertura en la primavera. Los nematodos también ayudaron a almacenar nitrógeno durante el invierno, mismo que de otro modo se habría perdido.
En los sistemas de producción orgánica, los cultivos de cobertura son una parte esencial para desarrollar la fertilidad del suelo. También lo benefician al mejorar su estructura, lo que a su vez mejora la infiltración y la capacidad de retención de humedad. Al respecto, investigaciones de la UC-Davis demostraron incrementos espectaculares en parcelas orgánicas, aproximadamente de un 50% más de infiltración de agua en el suelo y un 35% menos de escorrentía. “Nadie podría haber pronosticado una diferencia tan marcada en la escorrentía e infiltración de agua entre los sistemas orgánicos y convencionales”, dijo el líder del proyecto SAFS, Steve Temple. «Nos ha dado una nueva apreciación de la importancia de los cultivos de cobertura y el manejo de residuos».
Los cultivos de cobertura establecidos después de la cosecha, también conocidos como cultivos intermedios, recuperan nutrientes que de otro modo se filtrarían al subsuelo y al agua subterránea.
Los cultivos de cobertura resultan invaluables para los productores orgánicos que no tienen acceso a fuentes asequibles de abono y estiércol. Un estudio realizado en el cultivo de papa en Idaho, reportó que leguminosas como la alfalfa, y el chícharo podrían proporcionar del 80 al 100% del Nitrógeno necesario para el cultivo, y si el chícharo se cosecha para consumo o semilla, del 40 al 60% por ciento del Nitrógeno requerido. De manera similar, un proyecto de investigación en el Norte de California reveló una aportación de Nitrógeno de 150 libras/acre (168 kg/ha aprox.) con cultivos de cobertura.
Carmen Fernholz, quien cultiva cebada, avena, trigo, lino, maíz, soya y alfalfa orgánicos en su granja de 410 acres (166 hectáreas aprox.), en el centro oeste de Minnesota, maneja una rotación de cultivos de tres a cuatro años o incluso más, que depende en gran medida de los cultivos de cobertura. Sin excepción, siembra todos sus granos finos con un cultivo de leguminosas ya sea anual o perenne, como el trébol rojo o la alfalfa. Después de cosechar el grano fino, permite que el cultivo de cobertura de leguminosas (sin semillas) sirva como abono verde o, en el caso de la alfalfa perenne, como cultivo comercial. El número de temporadas para la alfalfa perenne dependerá del historial de malezas y nutrientes del predio en particular.
“Los cultivos de cobertura, junto con aportaciones de abono de origen animal, se han convertido en el pilar de mi plan de manejo de generación de nutrientes en el suelo”, dijo Fernholz. “Son la base de mi rotación porque suministran una parte importante del Nitrógeno necesario para cultivos como el maíz y el trigo. Son una solución confiable, amigable con la naturaleza y de fácil manejo entre mis cultivos comerciales «.
Los agricultores orgánicos también usan abonos con regularidad, especialmente cuando son accesibles y asequibles. Muchos agricultores orgánicos elaboran su propio abono, ya sea utilizando estiércol de ganado de sus propias granjas (o bien de una fuente cercana), y combinándolo con paja o viruta de madera.
Los abonos proporcionan muchos de los mismos beneficios para la fertilidad del suelo que los cultivos de cobertura. Las regulaciones federales dictan que el estiércol crudo se puede aplicar 90 días antes de la cosecha, si la parte comestible del cultivo no entra en contacto con el suelo, ó 120 días antes de la cosecha, si la parte comestible del cultivo entra en contacto con el suelo.
La composta también proporciona muchos otros beneficios. “Desde que hice la transición a lo orgánico” dijo Vollmer, productor de fresas orgánicas, “puedo ver mejoras en el suelo: el pH ha aumentado de 5.2 a 6.7, no necesito agregar cal, la capacidad de retención de humedad ha mejorado y hay menos costras en la superficie del suelo.»
Referencias:
Sustainable Agriculture Network. SARE. (Enero de 2007). Opportunities in Agriculture. Transitioning to Organic Production. EE. UU. Obtenido de https://www.sare.org/resources/transitioning-to-organic-production/