Es conveniente mencionar qué en un ecosistema, las enfermedades e insectos serán atraídos por las plantas menos saludables. De ahí que, si se optimiza la sanidad del suelo para la producción de cultivos, las plantas que llamamos malezas dejarán de tener un entorno ideal por lo que las enfermedades y los insectos comienzarán a alimentarse de ellas en lugar de hacerlo del cultivo comercial.
Esto es muy fácil de monitorear en el campo haciendo una lectura de Brix de las malezas y una lectura de Brix del cultivo. Cuando esta lectura sea más alta en el cultivo que en las malezas, los insectos y las enfermedades comenzarán a infestarlas.
La siguiente imagen es de una planta conocida como “cenizo” (Chenopodium álbum). Se trata de una maleza que estaba creciendo en la intersección de un campo de tomates, uno de ejotes y uno que tenia una mezcla de lechugas y algunas otras hortalizas de hoja. Aunque no había pulgones en ninguno de estos cultivos, los áfidos estaban alimentándose de ella.
Ahora bien, el proceso opuesto a la síntesis de proteínas se llama proteólisis, y este término se refiere al proceso de su degradación.
La proteólisis puede ocurrir en forma natural como resultado de que las plantas se desarrollen en ambientes con alta temperatura. El calor intenso ocasiona que la fotorespiración sea el proceso dominante en las plantas; es entonces cuando éstas acumulan mayores niveles de amonio (como resultado de la descomposición de las proteínas), lo que las hace susceptibles a los ácaros y algunos otros insectos.
Este mismo efecto también puede producirse como resultado de la aplicación de fungicidas o insecticidas en un cultivo.
En la industria agrícola, la aplicación preventiva de un fungicida o un insecticida convencional es una contradicción, porque cada vez que aplicamos un pesticida en un cultivo, se detiene el proceso de síntesis de proteínas y se desencadena el proceso de proteólisis. En otras palabras, la planta comienza a descomponer sus proteínas y acumular glutamina y una serie de aminoácidos solubles que aumentan la susceptibilidad a las enfermedades y a los insectos que conocemos como plagas.
Realmente es muy simple, cuantos más pesticidas aplicamos, más susceptible se vuelve nuestro cultivo, por lo que la idea de realizar aplicaciones preventivas de pesticidas, puede ser una gran estrategia de marketing, pero ciertamente no es conveniente para los agricultores.
En este sentido, lo que sucede en el nivel 2 de la Pirámide de Sanidad, es que las plantas se vuelven resistentes a todos los insectos que tienen sistemas digestivos simples. Estos serían todos los insectos que tienen fase larvaria, como el gusano del cuerno en tomate, el taladro del maíz, el falso medidor de la col, el gusano elotero, etc, y principalmente a todos los insectos chupadores como es el caso de los áfidos, chicharritas, mosquita blanca y trips.
Para llegar al segundo nivel de sanidad vegetal, las plantas requieren de niveles adecuados de 4 nutrientes: Magnesio Azufre, Molibdeno y Boro (este ultmo no participa directamente en la síntesis de proteínas, pero aporta una resistencia adicional a las plagas). Como podemos ver, hay cierto traslape con el nivel anterior de la pirámide, ya que el Magnesio también está presente en el nivel 1.
Asi pues, estos 2 primeros niveles de sanidad de las plantas se pueden alcanzar simplemente como resultado de lograr el equilibrio nutricional (el equilibrio quimico), lo que significa que los cultivos pueden cambiar muy rápidamente. Es por eso que, en los ejemplos de los cultivos de maíz anteriormente mencionados, la aplicación de nutrición ya sea foliar o mediante fertirrigación puede hacer que las plantas se vuelvan resistentes a los insectos y a las enfermedades.
En otras plabras, en estos 2 primeros niveles de sanidad vegetal, en cuestión de horas o días ocurre un cambio (comunmente en un lapso de 24 a 48 horas), ya que simplemente es resultado del equilibrio nutricional.
Este no es el caso para los niveles 3 y 4 de la Pirámide de Sanidad vegetal. Lo que ocurre en el nivel 3, es que las plantas están produciendo mayor cantidad de lípidos, grasas vegetales y aceites, todas las plantas producirán estos compuestos en un volumen importante.
Cuando realizamos un análisis de tejidos, evaluamos el contenido de grasa en base a materia seca. La mayoría de las especies vegetales tendrán un porcentaje de grasa de al menos 1.5 a 1.75%, porque esa es la cantidad de lípidos que necesitan para construir la doble membrana celular de fosfolípidos. A medida que las plantas se vuelven realmente sanas y tienen un excedente de energía, almacenan esa energía excedente en forma de grasas, que es exactamente lo mismo que hacemos nosotros o lo que hace el ganado o lo que hacen los insectos.
Este almacenamiento de energía excedente en las plantas lo podemos detectar en forma practica en campo cuando observamos un brillo ceroso en la superficie de las hojas.
Para alcanzar el tercer nivel de la Pirámide de Sanidad, las plantas necesitan absorber la mayor parte de su Nutrición a partir de los microorganismos del suelo, es decir, a partir de células bacterianas vivas o bien de metabolitos microbianos, en lugar de hacerlo a partir de iones simples presentes en la solución del suelo. Esta es la forma en que funciona la nutrición vegetal en los ecosistemas naturales. Nadie fertiliza el bosque, nadie fertiliza los ecosistemas naturales y, sin embargo, en algunos casos, las plantas que se desarrollan en ellos están absorbiendo cantidades muy grandes de nutrientes.
Fuente: “Managing crop Nutrition for Pest management with sap analysis” John Kempf /Regen Rev 2021