La narrativa con la que todos estamos familiarizados es que los ácaros se presentan cuando hay condiciones cálidas y polvorientas. Es decir, cuando tenemos temperaturas muy altas y con frecuencia también viento que provoca que las pequeñas partículas de polvo queden suspendidas en el aire. De esta forma, tenemos un cultivo sometido a mucho estrés: altas temperaturas, viento y en algunas ocasiones con polvo en el follaje. Por ello, en el caso de algunos cultivos que se producen en tuneles altos, no es extraño tener problemas con ácaros.
Asi, se ha generado la idea de que es necesario que en el entorno existan las condiciones previamente mencionadas para que los ácaros prosperen y se conviertan en un problema serio. Sin embargo, mediante el uso del análisis de savia, en los últimos años hemos descubierto que en realidad hay algo más respecto a la presencia de ácaros, y esto es en relación a que las plantas que se producen en ambientes con altas temperaturas pueden desarrollar un perfil nutricional específico, lo que es una especie de requisito fundamental para que los ácaros comiencen a infectar un cultivo.
De ahí que es posible manejar la nutrición para evitar inducir dicho perfil, o bien para revertirlo y propiciar que las plantas se vuelvan resistentes en vez de que se constituyan en una fuente de alimento para los ácaros. De hecho, en nuestra experiencia, esto último es lo que realmente ha ocurrido.
¿Cómo podemos manejar la nutrición de las plantas de manera diferente para evitar que los acaros aparezcan o bien cuando ya hay presencia de estos?
La primera consideración es que los ácaros son atraídos por los altos niveles de amonio en la savia de la planta. Indudablemente podemos decir que dependen de las plantas que tienen altos niveles de amonio en su savia. Por ello, si podemos hacer que estos niveles de amonio permanezcan en cero, no habrá ácaros. Incluso, si logramos bajar los niveles de amonio en árboles o plantas que ya tienen una infestación severa, los ácaros desaparecerán. Dicho de otro modo, morirán si continúan alimentándose de la planta o bien se irán.
Al cambiar el estatus del amonio en la planta, o sea su perfil de amonio, es totalmente posible cambiar su nivel de resistencia o susceptibilidad a los ácaros.
Un ejemplo de lo que hemos visto en campo, es el caso de un cultivo de maíz orgánico establecido en el suroeste de Kansas en 2015. Dicho cultivo se desarrollo en un ambiente cálido (temperaturas muy altas), polvoriento y con vientos constantes y bastante fuertes, por lo que estuvo sometido a una cantidad considerable de estrés.
Como se muestra en la siguiente imagen, los ácaros se presentaron y asimismo se observó que se estaban propagando con mucha intensidad.
Acaros en maíz orgánico
A continuación, se muestran los resultados que se obtuvieron en el análisis de savia realizado en plantas con este problema:
En la parte superior podemos ver el porcentaje de azúcares totales que es de 0.9 en hojas viejas y de 0.8 en hojas jóvenes. Estos valores se refieren al contenido de azucares no reductores, no es una lectura de Brix.
Un poco más abajo en la tabla podemos ver que el contenido de amonio es de 429 y 856 ppm en hojas jóvenes y viejas respectivamente. Inmediatamente debajo de los niveles de amonio aparecen los datos para Nitratos que son de 795 y 574 ppm para hojas viejas y jovenes respectivamente. Cabe mencionar que en 2015 aun no estábamos poniendo los valores deseables en el reporte del análisis de savia como se hace actualmente.
En la penúltima fila tenemos los valores de Nitrógeno total para hojas viejas y jóvenes que son de 1728 y 1799 ppm respectivamente.
Hemos observado que uno de los principios fundamentales en el manejo de la nutrición en favor de la resistencia a las plagas es promover que las plantas tengan niveles abundantes de Nitrógeno total, pero que los niveles de amonio estén por debajo de su umbral de detección, que es de 5.0 ppm, y que los niveles de nitrato también estén por debajo de su umbral de detección, que es de 20.0 ppm.
Nuestro objetivo es que tanto el amonio como el nitrato aparezcan con un valor de cero o como “no detectados” en el análisis de savia y al mismo tiempo se tengan niveles altos de Nitrógeno total. Para que esto suceda, es necesario que todo el nitrógeno que la planta absorbe del suelo o de la atmósfera en cualquier forma (amonio, nitrato, urea, amino azúcar o aminoácidos), se convierta rápidamente en proteínas y péptidos y no permanezca en la savia en forma de nitratos o de amonio (éstas son las formas que ésta técnica de medición evalúa y reporta por separado del Nitrógeno total).
Es importante tener en cuenta que, si tenemos cultivos que se desarrollan en un ambiente cálido y son susceptibles a ácaros, cuando cruzamos el umbral de 400 ppm de amonio en la savia de la planta (si hay más de 400 ppm de amonio), existe una probabilidad superior al 90% de que se tenga o se vaya a tener presencia de ácaros, mientras que, si se puede reducir el nivel de amonio a un valor no detectado, los ácaros dejarán de ser un problema.
Fuente: “Nutrition management for mite infestations” Webinar hosted by AEA. Featuring John Kempf