Los insectos benéficos, como los depredadores y los parasitoides, son de importancia fundamental para prevenir los brotes de poblaciones de insectos plaga.
Los principios clave en el manejo de insectos plaga comprenden:
- Mantener a sus enemigos naturales mediante la implementación del hábitat.
- Reducir su presencia mediante el uso de prácticas culturales.
- Cuando sea necesario, utilizar tratamientos con insecticidas de rescate u otras prácticas para controlarlos, pero optando por productos y actividades que tengan efectos mínimos sobre los insectos benéficos.
La diversidad de plantas en entornos agrícolas, generalmente agrega estabilidad al sistema y fomenta la presencia de insectos benéficos. Existen diferentes alternativas para promover la diversidad vegetal en los cultivos, dependiendo de si son anuales o perennes.
La diversidad de plantas en los agroecosistemas se puede lograr manejando mezclas de cultivos, rotaciones de cultivos, cultivos barrera (rompevientos), o plantas que se sabe que son atractivas para los insectos benéficos. La complejidad del paisaje, normalmente favorece las poblaciones de insectos benéficos, mientras que la falta de complejidad aumenta los brotes de insectos plaga. Se puede agregar diversidad de plantas a un sistema proporcionando así sitios que los insectos benéficos pueden usar para obtener néctar o polen, en los que pueden encontrar hábitats para su reproducción, o bien para pasar el invierno.
El establecimiento del hábitat para mejorar el control biológico de plagas requiere conocimientos sobre la biología de las plantas, las interacciones potenciales de éstas con otros componentes del sistema (es decir con enfermedades), así como la comprensión del ciclo de vida y los hábitos de los insectos plaga y de sus enemigos naturales. Esto es importante, ya que, si se agregan plantas al sistema para fomentar las poblaciones de insectos benéficos, esas mismas plantas pueden albergar enfermedades o insectos plaga que podrían afectar al cultivo comercial.
Algunos ecólogos advierten que los posibles beneficios de la manipulación del hábitat para aumentar las poblaciones de enemigos naturales pueden verse superados por el costo del establecimiento y mantenimiento de dichos hábitats. Una mejor comprensión de los componentes del sistema puede ayudar a evitar situaciones de ese tipo. Como pauta general, en lugar de intentar incorporar tanta diversidad en los sistemas agrícolas como se ve en los entornos naturales, puede ser más apropiado seleccionar una táctica específica que proporcione los beneficios buscados. Por ejemplo, si el objetivo es fomentar la acumulación de catarinas que se alimentarán de las plagas del maíz; una siembra temprana de un poco de maíz puede proporcionar un hábitat adecuado para este tipo de insectos, mismos que pueden trasladarse a siembras de maíz hechas con posterioridad. Otro ejemplo es incorporar plantas que florecen durante largos períodos y que son atractivas para los enemigos naturales, pero no albergan plagas que puedan extenderse al cultivo comercial. Las plantas con flores pueden proporcionar néctar que puede aumentar la vida y la cantidad de individuos de alguna especie benéfica y además de proporcionar la diversificación del paisaje necesaria, este tipo de plantas se pueden vender.
Por otra parte, cuando una especie de plaga se alimenta de una amplia variedad de plantas nativas, es difícil establecer un hábitat que pudiera incrementar la población de los enemigos naturales.
Al seleccionar plantas para aumentar la diversidad, una buena regla es evitar que sean de la misma familia que el cultivo comercial porque pueden servir como hospedero de insectos y enfermedades de éste. Las malezas también pueden jugar un papel importante en la incorporación de diversidad de plantas. Las malezas con flores de las familias Compositae (Margaritas), Labiatae (Menta) y Umbelliferae (Eneldo) se mencionan en la literatura como capaces de sustentar poblaciones estables de enemigos naturales.
El diseño espacial de la plantación también es una consideración importante. El objetivo es utilizar una escala espacial para desarrollar hábitats de insectos benéficos que los alienten a encontrar fácilmente a los insectos plaga que controlarán. Por ejemplo, plantar flores alrededor de bloques pequeños del cultivo comercial es probablemente más benéfico que establecer grandes bloques del cultivo comercial a una distancia mayor de las flores. Asimismo, plantar «corredores» de flores puede permitir que los enemigos naturales se muevan libre y rápidamente entre el cultivo comercial y estos corredores de flores.
Es fundamental cosechar las plantas de una forma en la que se retengan las poblaciones de enemigos naturales. La siembra en franjas escalonadas, en lugar de plantar o sembrar bloques grandes, puede permitir que los enemigos naturales se muevan fácilmente de una plantación a otra. Sin embargo, también se debe tener cuidado de que estas prácticas no incentiven a las poblaciones de plagas a moverse más fácilmente entre plantaciones.
La vegetación que rodea el terreno de cultivo es un refugio y hábitat importante para muchos insectos benéficos. Normalmente estos espacios no se manejan de manera intensiva, por lo que generalmente contienen una gran diversidad de especies de plantas. Para que los benéficos se trasladen fácilmente a los cultivos, la distancia al centro de los campos de cultivo no debe ser demasiado grande.
Las malezas también son hospederos de muchas especies de insectos benéficos. Si bien se pueden tolerar niveles bajos de malezas para este propósito, su capacidad para reducir los rendimientos hace que esta opción sea limitada.
Dado que cada explotación agrícola es diferente y tiene diferentes restricciones, no existen reglas estrictas y rápidas sobre cómo diseñar el entorno agrícola para aumentar las poblaciones de enemigos naturales. Algunos ranchos o granjas pueden tener muy pocos cultivos anuales en un área relativamente pequeña, mientras que otros pueden tener cultivos anuales y perennes en parcelas muy separadas.
El objetivo es claro para cualquier situación: Tratar de agregar diversidad al entorno agrícola con el fin de proporcionar más estabilidad a los enemigos naturales que controlan los insectos plaga. Primero hay que tener en cuenta los cultivos comerciales y luego considerar cómo agregar esta diversidad. Hay que ser observador y experimentar. Se puede empezar a pequeña escala y trabajar para fomentar la acumulación de insectos benéficos mediante la manipulación del hábitat a través del tiempo.
Referencias:
Caldwell, B., Sideman, E., Seaman, A., Shelton, A., & Smart, C. (2013). Resource Guide for Organic Insect and Disease Management. Geneva, New York: CALS Communications.