Cómo se Benefician los Cultivos de las Poblaciones Activas de Microorganismos del Suelo Parte 2

Uno de los desafíos de nuestros modernos sistemas de producción agrícola es que, en muchos suelos, las prácticas de manejo de cultivo que se han adoptado, probablemente han ocasionado una fuerte supresión de su biología.

Por otra parte, muchos de los fertilizantes que se utilizan para aplicar Nitrógeno, Fósforo, etc. son considerados como fertilizantes con alto contenido de “sal”, y aunque este término generalmente se asocia con el cloruro de sodio, lo que realmente significa es que son productos con alta conductividad eléctrica, es decir, que trabajan como electrolitos creando un entorno desfavorable para la biología del suelo. De hecho, rápidamente suprimen y antagonizan tanto las poblaciones bacterianas como fúngicas.

Cuando se tienen suelos compactos, la labranza no siempre es conveniente. Si bien es cierto que en algún momento es oportuna; de la manera en que comúnmente se realiza se agrede al suelo, ya sea antes de sembrar o plantar, o bien al momento de hacerlo. Las prácticas de cultivo con las que repetidamente se introduce mucho oxígeno al suelo, tienen un efecto oxidante muy fuerte y suprimen la biología considerablemente. No obstante, estas son estrategias que muchos agricultores todavía están utilizando, por lo que no es suficiente simplemente detectar y reconocer que hay un problema; se debe hacer algo para solucionarlo.

Una alternativa es contrarrestar la parte negativa de lo que estamos haciendo. Por ejemplo, si tenemos la necesidad de seguir aplicando fertilizantes fosfatados y nitrogenados, entonces equilibremos su impacto en el suelo aplicando inoculantes microbianos y bioestimulantes en el momento apropiado, para que se pueden revertir sus efectos negativos en la biología del suelo. De igual forma debemos pensar como compensar los efectos dañinos que ocasionan algunas prácticas de labranza.

Una de las razones de aplicar inoculantes microbianos y bioestimulantes es digerir los residuos de cosecha (rastrojo), a fin de evitar la transmisión de enfermedades de un ciclo de cultivo al siguiente, ya que, sin biología en el suelo, este rastrojo es un hospedero de enfermedades durante la época invernal.

La experiencia en campo nos ha mostrado que los inoculantes microbianos pueden ser aplicados en el surco al momento de la siembra o plantación, como tratamiento a las semillas o bien, en aplicaciones otoñales. De hecho, estas últimas posiblemente sean las que nos den el mayor retorno de inversión (ROI). Son las menos costosas y las que producen la mayor respuesta económica de casi cualquier otra aplicación que el productor pueda realizar. Son particularmente efectivas en comparación con las aplicaciones de primavera, porque cuando se realiza una aplicación de un inoculante bacteriano en otoño, se tiene todo el invierno para extraer los minerales de la matriz mineral del suelo y hacerlos disponibles para la siguiente primavera.

Este es una de las causas por las cuáles en la producción de forraje para pastoreo, alfalfa por ejemplo, se obtiene lo que llamamos flujo de primavera; es decir que la producción del primer corte es extremadamente fuerte debido a que hay mucha humedad y a que se dispone de una nutrición abundante gracias a la actividad microbiana que se llevó a cabo durante los meses de invierno. Dicha actividad se produce aún cuando el suelo está congelado (muy lentamente, pero sigue ocurriendo). Es muy común, tener alfalfa en la que el primer corte es muy fuerte, el segundo corte es más débil, el tercer corte más débil, y así, gradualmente los cortes se tornan más débiles a lo largo de toda la temporada. Aunque esto es lo normal, no tiene porque ser así. En trabajos realizados con diversos productores de alfalfa, hemos observado que el tercer cuarto y quinto corte son iguales y en algunos casos excepcionales, presentan un rendimiento aún mayor que el del primer corte. La clave para lograrlo es asegurarse de tener una digestión bacteriana muy activa durante los meses de invierno a fin de lograr una cantidad de nutrientes disponibles mayor a la que se puede consumir en el primer corte. Escencialmente se está generando un excedente de nutrientes aprovechables en el perfil de suelo, que puede durar toda la temporada de crecimiento y que no se agote en el primer corte.

Una ventaja importante de contar con el análisis de savia es que realmente nos permite monitorear la absorción de la planta y sus requerimentos de Nitrógeno, Fósforo, Potasio y otros elementos. Mediante este tipo de análisis podemos saber, por ejemplo, si las plantas tienen o no suficiente Nitrógeno y así, de manera muy segura, reducir en cierto porcentaje las cantidades a aplicar de este elemento (particularmente en el caso de los cultivos extensivos como maíz, canola, granos pequeños, etc. pero también en otro tipo de cultivos). No se corren riesgos, ya que la reducción de la cantidad a aplicar no se hace porque se cree que es factible y finalmente se sufre una perdida de rendimiento, sino que el planteamiento se basa en datos reales obtenidos a partir del análisis de savia. Esto nos permite asegurarnos de que las plantas tengan suficiente Nitrógeno y lo que en realidad significa es que en muchos casos se está suministrando una cantidad mayor a los requerimientos del cultivo, especialmente cuando se realizan aplicaciones de inoculantes bacterianos y bioestimulantes.

fuente
bacterias

 

 

 

 

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