Cómo se Benefician los Cultivos de las Poblaciones Activas de Microorganismos del Suelo Parte 1

La forma más rápida de restablecer la sanidad del suelo es cultivando plantas sanas. Cuando las plantas son fotosintéticamente eficientes, comienzan a transferir una gran cantidad de azúcares a las raíces y esa producción adicional, favorece el desarrollo de una población bacteriana activa que se encarga de extraer nutrientes de la matriz mineral del suelo y ponerlos a disposición del cultivo.

Cuando prestamos atención a este sistema suelo-planta surgen algunas preguntas: ¿Cómo podemos intervenir en un sistema tan bien integrado?, ¿En que punto del sistema se puede incidir para obtener la mayor ventaja posible?, ¿Como podemos lograr la mayor diferencia con la menor cantidad de insumo?

Hay 2 áreas de oportunidad en las que, realizando aplicaciones con poca cantidad de producto(s) podemos producir respuestas extraordinarias en el suelo y en el cultivo:

1.Aplicaciones continuas de Productos Biológicos (inoculantes) y Bioestimulantes microbianos.

Los productores que realizan aplicaciones de micorrizas o de inoculantes microbianos al momento de la siembra como tratamiento a la semilla, o bien una aplicación otoñal, obtienen una gran respuesta del cultivo. Probablemente esta es la aplicación única con mayor retorno de inversión (ROI).

2.Aplicaciones foliares bien diseñadas y realizadas en el momento correcto.

Con una aplicación foliar se activa el proceso fotosintético y se introduce una gran cantidad de energía nueva en el sistema suelo-planta. En este caso también vemos respuestas económicas favorables realmente marcadas.

 

Uso de Inoculantes microbianos y bioestimulantes

En trabajos realizados en diversos ranchos y en distintos entornos, hemos visto que nuestro punto de vista acerca de las aplicaciones de inoculantes microbianos y bioestimulantes, es un tanto diferente a la forma en que otros piensan.

El rastrojo de maíz, soya o frijol, así como los residuos de cultivo, en el caso de árboles frutales y de hortalizas, pueden ser un vector de organismos patógenos de un ciclo de producción al siguiente, por lo que es muy importante digerirlos en forma rápida. Desafortunadamente, la herramienta que se tenía disponible para ayudar a acelerar la digestión de los residuos de cultivo, antes de la aparición de los inoculantes microbianos y bioestimulantes, era la típica aplicación de Nitrógeno, que aún cuando funciona en forma efectiva, presenta un problema de oxidación; de manera que el productor pierde gran parte de sus residuos de cosecha y de su materia orgánica al ser liberados a la atmósfera en forma de dióxido de carbono (CO2), cuando el objetivo es descomponer rápidamente los residuos de cultivo pero al mismo tiempo formar materia orgánica. En este sentido, hemos tenido respuestas muy interesantes aumentando la actividad y la digestión bacteriana, asi como la digestión fúngica; hay algunos efectos en la estructura del suelo, como son mayor floculación, mejor infiltración, mayor capacidad de retención de humedad asi como mayor facilidad de laboreo. También hemos aprendido como las comunidades bacterianas y fúngicas liberan nutrientes para el crecimiento de los cultivos y cómo podemos aprovechar esto en nuestro beneficio.

Un aspecto que consideramos se subestima, es que los cultivos que se producen en un suelo con óptima biología, van a producir rendimientos considerablemente más altos. Este es el caso de la aplicación de micorrizas como tratamiento a la semilla, misma que además de diferencias en el cultivo, nos permite ver una notable respuesta en el rendimiento y es muy económica. Las micorrizas son microorganismos bien estudiados y los efectos benéficos que podemos observar con este tipo de aplicaciones también se pueden obtener con aplicaciones de inoculantes bacterianos y bioestimulantes en otoño y también al poner micorrizas en las semillas de los cultivos de cobertura.

Otro aspecto que al parecer no se entiende bien, es que la biología del suelo (particularmente poblaciones bacterianas activas), se requiere para llevar a cabo el proceso de mineralización y extraer los nutrientes de su matriz mineral haciéndolos disponibles para las plantas.  Una planta verdaderamente sana que está fotosintetizando adecuadamente, produce un excedente de carbohidratos (más de lo que necesita para reproducirse exitosamente) y este excedente es expulsado por las raíces en forma de exudados. La producción de exudados de la raíz y la presencia de azúcares en el perfil del suelo, provoca una digestión bacteriana muy rápida; sin embargo, las bacterias necesitan minerales para formar sus propias células y los azúcares solamente están compuestos de Carbono, Hidrógeno, y Oxígeno; no contienen minerales (Calcio, Magnesio, Zinc, Manganeso, Cobre o Azufre), es decir, no hay los minerales + azúcar que las bacterias necesitan para formar sus propias células. De esta forma, a medida que las poblaciones bacterianas se alimentan de los azúcares provenientes de los exudados de las raíces, extraen minerales de la matriz mineral del suelo y los incorporan a sus células. Luego, una vez que esa población bacteriana cumple su ciclo y es consumida por los protozoos y los nematodos, los minerales contenidos en sus cuerpos ahora se encuentran formando quelatos de ácidos orgánicos, es decir enlazados con ácido cítrico, ácido carbónico, ácido acético, etc. y también con aminoácidos como la glicina, por lo que, como resultado de un proceso biológico natural bien diseñado tenemos quelatos de aminoácidos y quelatos de ácidos orgánicos en el perfil de suelo. Estos quelatos de minerales traza están facilmente disponibles para las plantas y son extaordinariamente absorbibles y energéticamente muy eficientes.

Ahora bien, haciendo referencia a la Pirámide de sanidad vegetal y a los diferentes niveles que la conforman; si queremos alcanzar los niveles más altos de sanidad de las plantas, en donde logremos adquirir resistencia a todas las enfermedades bacterianas y fúngicas transmitidas por el aire, como son Peca bacteriana, Mancha bacteriana, Mildiú velloso; Mildiu polvoriento, Tizón de fuego, Tizón tardío, etc. , necesitamos tener plantas que estén produciendo altas concentraciones de lípidos, y la formación de altos niveles de aceites, depende de que las plantas estén absorbiendo estos metabolitos microbianos (quelatos de aminoácidos y de ácidos orgánicos).

Muchos suelos tienen abundancia de Fósforo y Potasio en los primeros 15 cm. del perfil, que necesitan liberarse y quedar disponibles para las plantas, para lo cual es necesario contar con poblaciones bacterianas abundantes y activas.

En la investigación realizada en los años 60, 70 y 80, frecuentemente se describía la capacidad de regenerar rápidamente los suelos haciendo algunas aplicaciones de minerales (calizas y fosfatos de roca), lo que permitia producir una excelente respuesta en la planta usando simples enmiendas de suelo. Hoy en día ya no vemos que esto suceda, y quizá la razón sea porque algo ha cambiado sustancialmente de ese tiempo a la fecha. Actualmente, tenemos una historia de uso y acumulación de herbicidas, fungicidas e insecticidas en el perfil del suelo (muy bien documentada), que han destruido su comunidad biológica, por lo que ya no observamos los efectos de las enmiendas que se obtenían anteriormente.  La manera de regenerar la capacidad de respuesta de los suelos es reponiendo las poblaciones bacterianas que han desaparecido y/o permanecido inactivas como resultado de la exposición crónica a pesticidas durante las últimas décadas.

Ahora bien, muchos microbiólogos mencionan la necesidad de tener una proporción adecuada de biomasa fúngica con respecto a biomasa bacteriana (relación hongos/bacterias). Hoy en día muchos de los suelos tienen una biomasa bacteriana considerablemente mayor que la biomasa fúngica y la solución que comúnmente se prescribe a esta situación, es suministrar más alimentos para hongos, esto es, pescado líquido con alto contenido de aceite, sustancias húmicas, etc.

Hay una diversidad de sustratos que pueden estimular el desarrollo de las poblaciones de hongos, sin embargo, en la práctica hemos descubierto que obtenemos el mayor nivel de desarrollo de hongos cuando alimentamos a las bacterias. Aunque esto puede parecer algo contradictorio, lo que sucede es que cuando solo observamos la biomasa bacteriana y la biomasa fúngica, encontramos proporciones fuertemente sesgadas a favor de la primera, es decir, tenemos mucho más bacterias en relación con la cantidad de hongos, sin embargo, el problema de solo observar esta proporción, es que con frecuencia tanto las poblaciones bacterianas como fúngicas están severamente abatidas, por lo que no importa si tenemos una relación bacterias/hongos de 100/1,  si el número de ambos es demasiado bajo.

En campo se ha visto que cuando comenzamos a alimentar a las bacterias y a mantener sus poblaciones, hay un gran incremento hasta llegar a un pico que viene seguido de un aumento en la población de hongos. Parece haber un efecto en el cual la presencia de una comunidad bacteriana activa, crea un ambiente que permite que los hongos prosperen (ya sea creando fuentes de alimentos disponibles o estimulando el desarrollo de las plantas y de la biomasa vegetal); por ello, aunque puede parecer extraño, si se pretende desarrollar grandes poblaciones de hongos hay que enfocarse en alimentar a las bacterias.

hifas de hongoscolonias de bacterias

Fuente: “How crops benefit from robust soil microbial populations”
Webinar hosted by AEA. Featuring John Kempf

 

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