¿La labranza destruirá o degradará la biología del suelo?
Hay diversas opiniones respecto a si la labranza destruirá o degradará la biología del suelo que se pretende consolidar. Con base en la experiencia podemos decir que la labranza no es nociva por definición, pero la forma en que históricamente se ha manejado ha contribuido a producir un impacto negativo en los hongos porque rompe las hifas fúngicas y por ende daña las colonias, además de que introduce una gran cantidad de oxígeno en el perfil; sin embargo, si se realiza en forma adecuada y se evita su uso excesivo, puede tener un efecto positivo en la biología del suelo, la clave está en dejar una zona sin perturbar para que los hongos se restablezcan.
Dependiendo de la problemática del suelo, la labranza puede ser muy superficial, solamente los primeros 10-30 cm, de esta forma todavía tendríamos una población de hongos en la zona que se encuentra por debajo de ese estrato, misma que puede prosperar e inocular lo que resta del perfil del suelo. Si se necesita hacer labranza vertical, ya sea que por alguna razón se esté trabajando a 12-18 pulgadas de profundidad (30-45 cm) o incluso más profundo (tal vez para romper un piso de arado o una capa dura de suelo), en este caso podemos espaciar las labores a una distancia de 30 pulgadas (75 cm aproximadamente) o más, de manera que tengamos una zona sin perturbar en el centro a partir de la cual los hongos puedan volver a crecer en todo el perfil del suelo.
Hay que tener presente qué, en caso de tener un suelo muy compacto, cultivarlo mejora la aireación y puede tener un impacto positivo muy fuerte en sus condiciones de sanidad y en su microbiología ya que los efectos biológicos solo ocurren cuando los microorganismos tienen el ambiente que necesitan.
Si utilizamos un inoculante realmente agresivo, ¿Cómo sabemos que no va a desplazar a los microorganismos nativos del suelo que forman parte de su microbiota?
Practicamente no hay riesgo de que al aplicar un inoculante, aunque sea muy agresivo, desplace a los microorganismos ya existentes. El único caso en el que podríamos hacer una consideración al respecto es el de Trichoderma. En teoría, en algunas condiciones del suelo Trichoderma puede ser muy agresivo y posiblemente desplazar algunos otros hongos, sin embargo, en la practica todavía no hemos observado esta situación; posiblemente debido a qué mediante su mecanismo de señalización las plantas controlan cuales microorganismos sobreviven y prosperan y cuales no y al establecer una relación sinérgica con ellos, van a sostener a los que necesiten.
Cuando aplicamos un inoculante, ¿Cómo sabemos que va a sobrevivir y desarrollar una población viable?
Necesitamos usar productos de calidad, con fiabilidad y vitalidad, porque al estar aplicando un inoculante en el suelo (sea bacteriano o fúngico), se está introduciendo a un entorno que probablemente le sea hostil, por lo que debemos aplicarlo simultáneamente con una fuente de alimento de tal manera que los microorganismos que lo integran puedan proliferar muy rápidamente y establecer una población viable.
Con el propósito de establecer una población fuerte, se sugiere aplicar los inoculantes al momento en que se están incorporando residuos de cultivos, o bien aplicarlos a los cultivos de cobertura o cuando éstos se están incorporando. También se pueden aplicar directamente al suelo o adicionarlos en el proceso de compostaje, aunque en este caso hemos visto resultados más inconsistentes comparativamente con la aplicación directa al suelo.
Si se cuenta con un buen inoculante, debería tenerse éxito en establecer una población viable con la primera aplicación, sin embargo, a menudo recomendamos a los productores que la repitan 2 o 3 veces para asegurarse de ello.
No debería ser necesario reinocular el mismo producto año tras año indefinidamente; si este es el caso, probablemente ese inóculo no sea efectivo y no esté teniendo el desempeño esperado. Ahora bien, ¿Cómo sabemos si el inoculante que aplicamos está produciendo resultados y si se ha establecido o no? Las mejores herramientas que tenemos para medir esto son la observación y la experiencia. Por ejemplo, digamos que se tiene un suelo que en forma consistente presenta problemas con la disponibilidad de Fósforo o de Nitrógeno y a cierta área se le aplica un inóculo (además de hacer algunas otras cosas); ahora el suelo en esa área ya no presenta el mismo problema de disponibilidad, vimos que el aprovisionamiento de Fósforo y Nitrógeno cambió en comparación con el área no tratada en la que se mantiene el problema.
¿Cuándo es el mejor momento para aplicar bioestimulantes?
La palabra “bioestimulante” se utiliza ya sea para referirse a un estimulante de plantas (estimula el desarrollo vegetal) o bien a un estimulante microbiano (estimula a los hongos, bacterias, arqueas y diversos microorganismos del suelo). En este sentido, los mejores momentos para aplicar bioestimulantes son; en el primer caso, cuando se necesita la mayor liberación de nutrientes y en el segundo caso acompañando la aplicación de un inoculante ya que esto permite obtener una mejor respuesta, es decir, un mejor establecimiento de la población de el ó los microorganismos que contiene, y posteriormente durante toda la temporada de crecimiento.
Supongamos que se tiene un cultivo que está llegando a la etapa de llenado de fruto (se acerca al punto de máxima demanda de nutrientes); si se aplica un bioestimulante ya sea a través de un sistema de riego o cualquier otra forma de aplicación al suelo, nos dará ésta respuesta de liberación de nutrientes, así como también una respuesta microbiana máxima.
¿La alcalinidad del suelo tiene un efecto en lo que respecta al uso de inoculantes?
La alcalinidad puede afectar la formación de agregados y por tanto a la estructura granular (migajosa) del suelo. Cuando se tiene un suelo calcáreo o bien con niveles muy altos de Calcio, Carbonatos, Bicarbonatos o Sodio, en cualquier caso, se va a presentar una degradación de los agregados y esto obviamente va a tener un impacto en la biología. De hecho, los minerales presentes en el suelo que ocasionan la alcalinidad, son los que ejercen el efecto desfavorable en los agregados.
¿Que pasa con la efectividad de los inoculantes en condiciones de clima seco?
Al inicio, en la etapa de establecimiento, la mejor respuesta se obtiene cuando los inoculantes se aplican al suelo y éste tiene más del 60 % de humedad. Para quienes no están familiarizados con la medición de los niveles de humedad en el suelo, el 70 % es el punto en el que comienza a apareciarse visualmente seco y el 60% generalmente es un estado seco, polvoriento.
Los inoculantes bacterianos se pueden aplicar incluso cuando el suelo parece estar bastante seco porque son capaces de aprovechar la humedad adsorbida en los coloides a la cual las raíces no pueden acceder; por ello, pueden establecerse en lo que percibiríamos como condiciones muy secas (aunque esto ocurre particularmente con los inoculantes bacterianos, también aplica para los hongos).
Obviamente las condiciones óptimas serían cuando se ha tenido lluvia reciente o cuando se tiene un suelo húmedo en el cual la población puede prosperar con mayor facilidad. No obstante, como ya se mencionó, pueden aplicarse si el suelo está relativamente seco y aún asi lograr un muy buen establecimiento.
¿Que tan favorable es el uso del Biochar (biocarbon ó carbón vegetal) como agregador del suelo y mejorador de estructura?
En trabajos realizados con algunos productores de tomate que han estado usando Biochar, no hemos visto cambios sustanciales en la agregación del suelo, pero si en su relación Carbono/Nitrógeno y en la biomasa fúngica total aplicándolo en cantidades muy pequeñas (20 lbs/acre = 22.42 kg/ha aproximadamente) en combinación con composta humificada e inoculantes. Con ésta combinación se obtuvo un incremento sustancial en las poblaciones de hongos, una relación C/N mucho mayor y un suelo mucho más supresor de enfermedades comparativamente a cuando se aplica la composta sin Biochar, es un efecto muy notable.
¿Mantener una biología sana en el suelo puede ser un proceso autosustentable?
Si, definitivamente se puede desarrollar un entorno y manejarlo de tal manera que sea autosustentable, es lo que llamamos sistema de suelo regenerativo. La clave para la sustentabilidad a largo plazo (que dura años o décadas), no está solo en el manejo del medio ambiente del suelo (aunque eso es muy importante), sino en realidad en el manejo del cultivo. Cuando se logra que las plantas produzcan una gran cantidad de fotosintatos (muchos azúcares) y los envíen al sistema radical, verdaderamente controlan lo que está ocurriendo con la biología.
Tan pronto como se empiece a producir plantas realmente sanas, resistentes a plagas y enfermedades y que estén enviando importantes cantidades de azúcares al sistema radical, básicamente se puede cambiar la biología del suelo para desarrollar un perfil microbiano muy supresivo de enfermedades en su microbioma que dure indefinidamente. En este caso, no debería ser necesario continuar aplicando inoculantes; el desafío es llevar el sistema a este punto.
¿Qué podría hacer en forma diferente la producción agrícola convencional de maíz y soya para reducir los costos?
Cuando trabajamos con productores de maíz y soya, hemos visto en forma consistente que la única aplicación que tiene el mayor retorno de inversión es un tratamiento a la semilla con algún inoculante microbiano, lo que usualmente trae como consecuencia la necesidad de menos aplicaciones de Nitrógeno y Fósforo. Se puede decir que éste es el insumo de menor costo que produce la mayor respuesta.
¿Es necesario reinocular después de un período de inundación?
Depende de que tan severa haya sido la inundación. Si ésta fue prolongada, digamos 45 a 60 días o algo así, es posible que tenga que considerarse la posibilidad de reinocular, pero si la inundación fue por un periodo más corto, digamos 48 horas, 96 horas, un par de días o algo por el estilo; no debería necesitar reinocularse porque los microorganismos que están ahí, permanecerán inactivos (en dormancia) durante el período de inundación pero una vez que éste haya finalizado, siempre y cuando tengan una fuente de alimento y el entorno mejore (que exista un buen intercambio gaseoso), esa población microbiana se restablecerá muy bien.
¿Qué tan cruciales son los niveles de Molibdeno y Cobalto para tener una buena biología en el suelo?
Los niveles de Molibdeno, Cobalto y Selenio son fundamentales. Estos tres nutrientes muy poco considerados, son cofactores enzimáticos esenciales para tener una comunidad microbiana activa en el suelo. Cuando se tiene deficiencia de alguno o algunos de ellos, se puede producir una respuesta bacteriana muy fuerte en el perfil de suelo simplemente rociando una pequeña cantidad o bien aplicándola mediante sistema de riego.
Las aplicaciones secas, empleando Sulfatos (de Cobalto, Manganeso, etc), no son tan convenientes dado que los nutrientes están en el estado de oxidación incorrecto y generalmente permanecen así cuando se aplican al suelo en esa forma, además de que no se ha detectado que los microorganismos realmente los absorban y comiencen a utilizarlos. Asimismo, hay un problema de distribución ya que, aunque se estén aplicando en cantidades moderadas por acre, terminaremos con un gránulo por aquí y otro por allá, es decir no hay una distribución uniforme en el suelo. Para el caso de estos minerales traza, es mejor hacer aplicaciones líquidas, preferentemente en forma de quelatos, los cuales permanecen estables en el perfil de suelo por un periodo más largo, son muy fácilmente absorbidos por las bacterias y los hongos y rápidamente absorbidos por las plantas y se requiere aplicar una cantidad mucho menor.
Fuente: “Changing Agronomy with Biology?”
John Kempf. Advancing Eco Agriculture