En lo que respecta al manejo nutricional, es de suma importancia realizar aplicaciones solamente de lo que el cultivo necesita, cuando lo necesita.
Mediante el análisis de savia hemos visto que el Nitrógeno y el Potasio son dos nutrientes que se aplican continuamente en cantidades mucho mayores de las que el cultivo realmente requiere. De hecho, hay muchos productores que pueden reducir en forma segura las aplicaciones de Nitrógeno en más del 40% (sin que disminuya la productividad del cultivo), simplemente programándolas en el momento en que el cultivo las necesita. Las aportaciones continuas de Nitrógeno a lo largo de todo el ciclo del cultivo crean problemas de susceptibilidad a las plagas, por ello, es mejor realizarlas en la cantidad y momento adecuados según lo indicado por el análisis de savia.
Por otra parte, los nutrientes que tienen que estar presentes en cantidades adecuadas para convertir el amonio que se encuentra en la hoja (ya sea debido al catabolismo de las proteínas o bien a una sobrecarga del sistema radical), de nuevo en proteínas son: Carbohidratos, Magnesio, Azufre, Molibdeno y en algunos suelos también Níquel.
Una aplicación foliar de los 4 componentes previamente mencionados, convertirá el amonio que aparece en el análisis de savia en proteínas completas en cuestión de 24 a 48 horas. Esto ocurre aproximadamente en el 80% de los casos o tal vez un poco más; es decir, ocasionalmente no obtenemos la respuesta que esperamos.
Desde una perspectiva reguladora, en el caso del Níquel hay algunos problemas en América del Norte, ya que se le considera como un metal pesado y no es posible recomendarlo para su aplicación en la mayoría de los cultivos (hay algunas excepciones, como el caso del nogal pecanero). Por este motivo, las cantidades que se sugieren son extremadamente pequeñas; la recomendación que se hace para la mayoría de los cultivos es de 5.0 a 10.0 gramos/acre de níquel efectivo.
A causa del marco regulatorio existente, ha sido difícil desarrollar o tener acceso a productos que contengan Níquel y que puedan recomendarse para su aplicación en los distintos cultivos agrícolas. Esto debe tomarse en cuenta cuando se realizan aplicaciones de dicho elemento y no se obtiene la respuesta esperada. Aunque de acuerdo a nuestra experiencia no sucede frecuentemente, tal vez sea la causa por la que algunos suelos no tengan suficiente Níquel.
Es conveniente utilizar productos que contengan Carbohidratos, Magnesio, Azufre, Molibdeno y de ser posible Níquel, para producir una respuesta de resistencia del cultivo a los ácaros. Esta resistencia resulta del cambio en los niveles de amonio presentes en savia, en otras palabras, de cambiar el perfil del Nitrógeno en la planta.
Consideraciones importantes en relación a la nutrición y la sanidad del cultivo
1.- Lo ideal es realizar aplicaciones foliares cuando la temperatura de las hojas está por debajo de los 78°F (25.5 °C) para plantas con vía fotosintética C3 y de 86 ° F (30°C) para plantas con vía fotosintética C4. La forma más sencilla de medir la temperatura foliar es usando un termómetro infrarrojo y la medición consiste simplemente en apuntar y disparar, de ésta forma podemos medir fácilmente la temperatura del dosel vegetal.
2.- Siempre recomendamos aplicar Carbohidratos con nuestras fuentes de Nitrógeno, tanto al follaje como al suelo, pero particularmente en el caso de las aplicaciones al suelo, porque el objetivo es estimular a la biología para que transforme lo más rápido posible, todo el Nitrógeno aplicado en amino azúcares, ya que a partir de ésta conversión ganamos una gran cantidad de beneficios tanto en la sanidad de las plantas como en la del suelo.
3.-Siempre que tenemos un suelo saturado ya sea por lluvia o por cualquier otra forma de suministrar agua, se produce la conversión a amonio. La saturación del suelo ocasiona un intercambio gaseoso inadecuado (hay una falta de flujo de aire hacia el interior del suelo) y cuando esto ocurre, incluso por un período muy breve, digamos de 24 a 48 horas, puede ser suficiente para desencadenar la conversión a amonio.
La cantidad del Nitrógeno aplicado al suelo que se convertirá en amonio en un período de 24 a 48 horas depende de que tan intensa sea su actividad microbiana. Cuanto más intensa es, más rápido se lleva a cabo dicha conversión.
4.- A partir de las investigaciones que realizó en los años 60, en relación a los sistemas de comunicación de los insectos, el Dr. Phillip Callahan describió que éstos se comunican con las plantas y que son atraídos por aquellas que emiten una señal infrarroja muy fuerte. El Dr. Callahan cita en sus escritos que, en el espectro infrarrojo, las plantas con altos niveles de amonio se muestran como si fueran una luz de neón sobre un fondo oscuro, debido a que el amonio es un emisor de señal infrarroja, digamos que es un amplificador de este tipo de señal, de tal manera que cuando hay altos niveles de amonio en la planta, esta se vuelve significativamente más atractiva para los insectos.
5.- La conversión del amonio tiene lugar en las raíces y de ahí es transportado hacia la parte aérea de la planta; de tal forma que si hay un exceso de éste ion (ya sea por un problema de saturación de humedad del suelo o bien por aplicaciones excesivas de nitrógeno), la capacidad de las raíces para convertirlo se sobrecarga, simplemente porque hay demasiada cantidad de amonio ingresando a la planta. Como la planta no puede metabolizarlo todo en la raíz, se mueve hacia la parte aérea de la planta y se acumula en las hojas
6.- Es posible, que los lípidos puedan hacer que las membranas celulares sean un poco más elásticas y de esta forma proporcionen cierta protección tanto al congelamiento como al calentamiento. Por experiencia sabemos que podemos ganar alrededor de 6 ° F en la resistencia a las heladas como resultado de un buen manejo de la nutrición.
7.- El tipo de carbohidratos que debemos incluir en las aplicaciones son aquellos que las plantas puedan metabolizar, como por ejemplo la melaza y la dextrosa.
8.- Se pueden usar estimulantes del sistema inmunológico, para desencadenar una reacción inmunitaria dentro de la planta (al activar la vía del ácido salicílico y la vía del jasmonato), y de esta forma producir una respuesta inmunitaria temporal. Es decir, se puede producir una reacción inmunológica que podría desacelerar el desarrollo de los ácaros y de otras enfermedades o plagas (o incluso detenerlas por completo), durante un período de una o dos semanas, sin embargo, si no se atiende la causa del problema, esto es, si la planta continúa teniendo altos niveles de amonio, el problema seguirá empeorando luego de ese efecto.
En otras palabras, cuando la planta no está sana y tiene altos niveles de amonio, la aplicación de un estimulante del sistema inmunitario solo produce un efecto temporal que dura 1 o 2 semanas, mientras que, cuando la planta está sana y tiene bajos niveles de amonio, la aplicación de este tipo de productos producirá una respuesta de resistencia que puede durar de 4 a 6 semanas o más. De ahí que puede haber una enorme diferencia en la efectividad de las aplicaciones de otros productos dependiendo del perfil nutricional de las plantas. Si se maneja bien el perfil nutricional, los estimulantes del sistema inmunológico serán mucho más efectivos y producirán una respuesta mucho mayor que cuando solamente se aplican sin abordar los desequilibrios nutricionales existentes.