Cómo liberar el Manganeso y otros Metales de las Reservas existentes en el Suelo PARTE 1

Parte 1

A medida que hemos empezado a prestar atención al ambiente redox (oxidación-reducción) en el suelo nos hemos dado cuenta de que es necesario suministrar el Manganeso y el Fierro en los estados de oxidación correctos

En muchos lugares y en diversos cultivos con los que hemos trabajado utilizando el análisis de savia, hemos observado que la mayoría (más del 90%), son deficientes en Manganeso y Fierro, a pesar de que en muchos casos los suelos tienen niveles extremadamente altos de ambos elementos, particularmente de Fierro.

Sabemos que el Fierro constituye el 4.0 % de la corteza terrestre y no habría razón por la cual los cultivos deban presentar deficiencia cuando el análisis de suelo reporta que hay niveles excesivos de este elemento.

El análisis foliar muestra que las plantas están absorbiendo niveles excesivos de Fierro, sin embargo, desde un enfoque funcional, los cultivos tienen deficiencia. La solución que hemos desarrollado a corto plazo, es realizar aplicaciones foliares de Fierro y Manganeso para aumentar el rendimiento fotosintético de las plantas y con el tiempo, mejorar la disponibilidad de ambos elementos en el suelo a fin de no ser dependientes de las aplicaciones foliares y tener que usarlas a largo plazo.

¿Cuáles son las prácticas de manejo que podemos implementar para aumentar la liberación y la disponibilidad de las formas correctas de Manganeso y Fierro del perfil del suelo?

Cuando pensamos en liberar Manganeso y otros elementos del perfil del suelo, una consideración importante es que hay casos de suelos arenosos o bien de suelos que debido a sus características geológicas tienen niveles muy bajos de micronutrientes en el perfil, aunque son la excepción.  Aunque la mayoría de los suelos agrícolas tienen una gran cantidad de Manganeso, Fierro y de otros microelementos, la mayoría de las plantas hoy en día son deficientes. Anteriormente la situación no era así, de hecho, podemos decir que esto ha ocurrido en los últimos 40 o 50 años. Al parecer se trata de una condición relativamente reciente, resultado de la realización continua de diversas prácticas de manejo agronómico a lo largo del tiempo.

La base para entender la disponibilidad de estos microelementos es comprender el proceso de oxidación-reducción y conocer el ambiente redox del suelo. Es un tema muy importante, podemos decir que es más importante para los agricultores y los agrónomos comprender el sistema redox que el pH.

La idea fundamental es que en los diferentes entornos redox, que se reducen u oxidan, tenemos diferente disponibilidad de minerales y los factores de influencia que orientarán a los suelos ya sea en una dirección oxidante o reductora son los siguientes:

Labranza: Cuando labramos el suelo introducimos oxígeno, es decir, lo aireamos. Esto va a tener un efecto oxidante que esencialmente consiste en la introducción de oxígeno y el impacto que dicho elemento tiene en el suelo. Un aspecto que conocemos bien es la oxidación de la materia orgánica y su liberación a la atmósfera en forma de Dióxido de Carbono cuya fórmula química es CO2, esto es que consta de un átomo de Carbono (C) y 2 átomos de Oxígeno (O); el componente de oxígeno hace referencia al proceso de oxidación.

Fertilizantes químcos: Los fertilizantes tienen un efecto oxidante muy fuerte, por lo que tienen un impacto dañino en la biología del suelo. Cuando se maneja un fertilizante químico ya sea disuelto en agua o incluso sin disolverlo (como material seco) y se tiene una herida en un dedo, si la herida entra en contacto con el fertilizante comienza a arder. Esa sensación de “quemadura” es oxidación celular, significa que el producto está oxidando nuestras células. Exactamente lo mismo ocurre cuando se aplica el fertilizante quimico al suelo, pero ahora estos iones oxidan las células microbianas, por lo que se produce el mismo efecto de combustión en la biología del suelo que en nuestro tejido muscular.

Nitratos: Los nitratos (NO3) son fuertes portadores de oxígeno. En primer lugar, son oxidantes debido a que son fertilizantes químicos (sales ionicas) y, en segundo lugar, tienen un componente de oxidación muy importante debido a la cantidad de oxígeno que contienen como parte de su fórmula química.

Aplicaciones de estiércol líquido: Un factor oxidante que comunmente no se considera son las aplicaciones de estiércol líquido y en ocasiones también las de estiércol seco; particularmente cualquier fuente de estiércol que contenga altos niveles de sodio y de cloruro, lo cual es muy común tanto en el estiércol de lechería como en el estiércol de ganado que es alimentado con sal.

El problema de la presencia de altas concentraciones de sodio y cloruro se acentúa y se complica cuando se trata de un foso de estiércol líquido, debido a que muchas veces, especialmente en un entorno lechero, otros agentes químicos de limpieza y demás de la lechería y de la sala de ordeña, también se canalizan al pozo de estiércol.

Por esta razón el estiércol líquido y algunas otras fuentes de estiércol seco pueden tener un efecto oxidante muy fuerte. Sabemos que algunas de estas aplicaciones de abono tienen la capacidad de matar lombrices de tierra, por lo que se sugiere tratar de realizarlas en fechas cercanas a lluvias para que tengan un menor impacto sobre estos organismos. Si algo está matando a las lombrices de tierra, podemos imaginar lo que le está haciendo al resto de la biología del suelo ya que son materiales con un efecto oxidante muy fuerte.

Suelos muy secos: Otro factor de oxidación es el hecho de tener suelos muy secos. Los suelos extremadamente secos con mucho intercambio gaseoso (mucho flujo de aire y sin humedad) van a estar muy oxidados. En general los suelos desérticos tienden a presentar esta condición y en conseuencia cuentan con una comunidad microbiana muy oxidada.

Amonio: Esta es laforma reducida de Nitrógeno, lo contrario del Nitrato.

Exudados radicales: Hay especies especificas de plantas que tienen un efecto reductor muy fuerte. A partir de esto podemos suponer (aún cuando todavía estamos reuniendo la evidencia empírica) que los exudados de las raíces de la mayoría de las plantas que poseen un sistema inmunitario funcional, también tienen la capacidad de ser reductores.

Un punto muy importante es que algunas plantas que son oxidantes cuando no están sanas, pueden tener la capacidad de ser reductoras cuando se vuelven excepcionalmente saludables. Este planteamiento solo se basa en la observación y la experiencia, pero en realidad estamos tratando de obtener datos para describir lo que está pasando y en que medida está ocurriendo.

Cuando mencionamos oxidación versus reducción estamos utilizando la terminología correcta, no obstante, algunas características de los ambientes oxidantes y de los ambientes reducidos nos permiten usar otros términos para referirnos a ellos. Así podemos hablar de aeróbico versus anaeróbico, nitrificación versus desnitrificación y promotor de enfermedades versus supresor de enfermedades. Es posible tener suelos supresores de enfermedades que antagonizan activamente, bloquean la expresión de los patógenos y mantienen la mayoría del Nitrógeno en su perfil en forma de Amonio. Estos suelos reducidos siempre van a ser los de mejor comportamiento y de los que se obtenga mayor rendimiento.

Esto puede ser una sorpresa para muchos porque durante años se nos ha dicho que los suelos realmente saludables deben ser aeróbicos y deben tener un alto contenido de oxígeno, sin embargo, no hay evidencia en la literatura para sustentar que este sea el caso. De hecho, es todo lo contrario, lo que realmente necesitan los suelos es tener un buen intercambio gaseoso y para que esto suceda, para que los suelos tengan esa buena capacidad para “respirar”, deben tener un muy buen estado de agregación.Si poseen una estructura de migajón, hay un buen flujo de gases y un buen intercambio gaseoso. Posiblemente algunos podrían definirlos como suelos aeróbicos, pero si los observamos en una escala mucho más pequeña, digamos en una microescala, y examinamos el interior de la estructura migajosa, los gránulos que conforman los agregados deben estar completamente saturados, porque particularmente la comunidad microbiana que reside en su interior, necesita de un ambiente subacuático, es decir de un entorno con un abundante nivel de agua;  por lo tanto, dentro de la estructura migajosa tenemos un ambiente anaeróbico, mientras que fuera del agregado podemos tener un ambiente aeróbico. De esta forma, a nivel de una microescala, es posible tener suelos que cuenten con ambientes anaeróbicos y aeróbicos al mismo tiempo.

Esta es una consideración muy importante sobre todo cuando recordamos que se ha dado el debate de que los suelos anaeróbicos y el compost anaeróbico son malos pese a que lo que la literatura y la investigación realmente sugieren es que necesitamos tener una biología especial que no está en la categoría aeróbica.

Fuente: “How to release Manganese and Other Metals from Soil Reserves” Webinar hosted by AEA. Featuring John Kempf

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