Consideraciones relevantes
1.Los nutrientes provenientes de la digestión microbiana y específicamente de la digestión bacteriana, están presentes en el perfil del suelo en forma de quelatos de aminoácidos y de ácidos orgánicos. A diferencia de lo que ocurre con el Calcio y algunos otros iones que se encuentra unido a los coloides de arcilla (gracias a la Capacidad de Intercambio Catiónico), en este caso, por ejemplo, se tiene un aminoácido como la glicina o bien un ácido orgánico, como el ácido cítrico o el ácido carbónico, que pueden estar ligados a un ion de Manganeso, o de Zinc o de Fierro y lo están reteniendo en el suelo. Estos quelatos de aminoácidos o de ácidos orgánicos frecuentemente se combinarán con el material orgánico presente en el perfil de suelo. No es tanto que se encuentren unidos a las partículas del suelo (coloides de arcilla), sino que están presentes en el humus del suelo; de hecho, es la fracción húmica que los mismos microorganismos que se inocularon en el otoño, han ayudado a formar durante los meses de invierno.
2. Cada planta prospera en un nicho ecológico específico. Sabemos que las plantas de tomate requieren de un perfil biológico y mineral de suelo diferente al de los arándanos, estos a su vez requieren de un perfil biológico y mineral diferente al de la alfalfa y los requerimientos de ésta son diferentes a los del maíz. Asi tenemos que, cada cultivo se desarrolla mejor en determinados valores de pH del suelo, perfiles específicos de minerales y lo que es muy importante, perfiles biológicos específicos.
3.Se ha debatido mucho acerca de la reducción de la presión por presencia de malezas con base en como se maneja el perfil mineral del suelo. Hay un par de libros importantes sobre este tema, uno de ellos se titula “Control de malezas sin venenos” de Charles Walters y el otro es “Malezas y por qué crecen” de Jay McCaman. Ambos se centran en el manejo del perfil mineral del suelo para cambiar el perfil que es requerido por la maleza. Si bien es cierto que esta es una estrategia muy útil y eficaz, en cierta forma es incompleta, ya que, además del perfil mineral del suelo es muy importante manejar su perfil biológico. Cuando este cambia por efecto de la aplicación de inoculantes en combinación con estimulantes microbiológicos, mejora la floculación y la porosidad, lo que a su vez tiene un marcado efecto en todas las malezas que prosperan en suelos muy compactos e impermeables; es el caso de todas auqellas que tienen rizomas (white grass, gloria de la mañana, cola de zorro, cardo canadiense), y algunas otras que prosperan en este tipo de suelos.
Las aplicaciones de inoculantes y bioestimulantes bacterianos pueden tener un impacto en las poblaciones de las malezas mencionadas al cambiar la comunidad microbiana de los suelos.
4. Los nutrientes provenientes de la digestión microbiana se mantienen en los suelos en forma de quelatos. Estos quelatos tienen a ser muy estables debido a que se unen a las sustancias húmicas y a la fracción de la materia orgánica (en lugar de hacerlo a los coloides del suelo), por lo que no se lixivian, es decir que no se mueven con el agua a través del perfil. Prácticamente la única forma en que van a salir del suelo es por el efecto de erosión de sus partículas, de aquí que algunos de esos nutrientes también se pierden, sin embargo, en su mayor parte no se percolan a través del perfil. Esta característica puede ser una estrategia útil de manejo. Digamos que si un productor considera que necesita aplicar 100 libras de Nitrógeno en el otoño, lo cual quizá no tiene mucho sentido, pero si por alguna razón necesita hacerlo en esta época (debido a la disponibilidad de la aplicación, etc.), puede desencadenar un proceso de digestión bacteriana y convertir todo el Nitrógeno aplicado en aminoácidos, lo que significa que será mucho más estable y no se perderá a través del perfil del suelo.
5.Con base en diversas experiencias de campo, podemos pensar que es posible desarrollar sistemas de suelo con comunidades microbianas tan variadas y activas que nos permiten llegar al punto en el que no se produce ningún beneficio adicional al aplicar fertilizantes que contengan aminoácidos y leonardita.
Una vez que se cuenta con este tipo de comunidades microbianas en el suelo, es probable que la necesidad de aplicación de fertilizantes disminuya considerablemente ya que realmente pueden suministrar casi todos los requerimientos nutricionales de los cultivos siempre y cuando los nutrimentos y minerales necesarios estén presentes en el perfil geológico del suelo. De esta forma, si se tienen suelos a base de piedra caliza y se cuenta con una biología activa, nunca debería existir la necesidad de aplicar Calcio, lo mismo ocurre si se tienen suelos abundantes en Potasio y Fósforo, una vez que se tiene una biología de muy alto rendimiento, no es necesario continuar aplicando estos elementos.
Desde luego que tomará algún tiempo lograr ese nivel de actividad biológica, pero es un objetivo alcanzable y realista. En este sentido, hay una serie de agricultores que han obtenido resultados notables y están produciendo cultivos de muy alto rendimiento para sus condiciones climáticas y las caracterísiticas de su entorno, sin aplicación de fertilizantes, solo como resultado de tener poblaciones bacterianas abundantes y activas.
6. La aplicación de inoculantes biológicos como tratamiento a la semilla, no es del todo compatible con las aplicaciones de pesticidas. Generalmente, nuestro objetivo al realizar aplicaciones de inoculantes microbianos y bioestimulantes, es desarrollar todo un sistema y ecosistema agrícola en el que podamos eliminar la necesidad de emplear pesticidas. Se trata de crear un ecosistema tan activo y tan sano, que ya no necesitemos de fungicidas, insecticidas, herbicidas, etc. Las aplicaciones de agroquímicos definitivamente son un factor limitante, ya que tienen un efecto supresor en la biología del suelo; por ello, nuestro objetivo debería ser llegar a un punto en el que los utilicemos mucho menos, e incluso tal vez podamos eliminarlos completo, si esa es nuestra meta. Sin embargo, para llegar del punto A al punto B tenemos que ganarnos el derecho de reducir las aplicaciones de pesticidas y esto podemos hacerlo mediante el manejo de inoculantes microbianos y bioestimulantes para primero hacer del suelo un ecosistema mucho más activo y eficaz.
7. Un quelato se considera una molécula orgánica y la forma en la que se une a las sustancias húmicas se conoce como un “complejo”. Esto es similar a la manera en que las sustancias húmicas forman complejos con aniones como el Fosfato y el Nitrato. Técnicamente es Fosfato no es un ion, es un compuesto que resulta de la combinación de Fósforo y Oxígeno; lo mismo en el caso del Nitrato (NO3). En la reacción “acomplejante” que ocurre con las sustancias húmicas, el Carbono retiene estos quelatos y estos aniones.
Pocos agrónomos hablan de la capacidad de intercambio de aniones, estamos muy familiarizados con la capacidad de intercambio cationico, pero en el perfil de suelo también existe una capacidad de intercambio anionico que corresponde directamente a la presencia y la calidad de las sustancias húmicas.
8. Un alto contenido de sodio en el suelo puede suprimir el desarrollo de bacterias y hongos. Cuando los niveles de sodio disminuyen, la actividad microbiologica se recupera y se desarrolla mucho más rápidamente. Las poblaciones bacterianas necesitan una fuente de alimento para crecer y la mejor forma de proporcionar esta fuente de alimento es producir plantas verdaderamente sanas que continuamente estén traslocando muchos azúcares a las raíces. Esta estrategia es mas efectiva que las aplicaciones de composta y productos a base de pescado.
Económicamente no se puede competir con el motor fotosintético de las plantas, ya que no es posible suministrar suficiente composta para igualar lo que pueden hacer las plantas realmente sanas.
9. Las micorrizas necesitan de un sistema vivo de raíces para subsistir. Efectivamente la labranza daña las redes de hifas de los hongos y de hecho puede hacerlo en forma muy importante; sin embargo, cuando se produce un abono verde y se realizan practicas de labranza (incluso muy agresivas), pero inmediatamente se vuelve a sembrar o a plantar en ese suelo, pasamos directamente de un cultivo con un sistema de raíces vivo a otro, y en cuestión de días o semanas, las microrrizas pueden volver a adherirse a las raíces de las nuevas plántulas y asi crecer y restablecer su población.
Generalmente hay un efecto negativo y se pierden algunos hongos micorrícicos por efecto de la labranza, pero no se va a destruir el 100% en una sola ocasión. Una de las estrategias que se pueden utilizar para mitigar dicho efecto es no labrar toda el área. Si solo se trabaja una zona determinada y se deja una parte sin perturbar, la población de micorrizas puede permanecer viable en esta última y migrar nuevamente a la zona en la que se realizó la labranza. Esto puede manejarse tanto en forma horizontal como vertical. Es decir, si solamente se está labrando a 5.0, 7.5 ó 10.0 centímetros de profundidad y se tiene una población de micorrizas viable por debajo de ello, éstas pueden resurgir y repoblar el suelo. O bien si solo se está labrando una banda de 25 centimetros y se tiene una banda de 50 centimetros que no se ve afectada, pueden reaparecer y repoblar la zona perturbada.
