ACAROS DEL SUELO Y BACTERIAS: AMIGOS INSEPARABLES (Sánchez Chávez,2020) 1era Parte

Imaginemos un mundo donde las hojas, los frutos y las flores que caen al suelo de cualquier bosque, selva y pradera permanecieran sin degradarse, acumulándose a montones, al igual que los animales muertos intactos. ¿Qué pasaría? ¿Cómo nos afectaría? Es difícil imaginarse los efectos de manera directa, pero habría muchísimos problemas. Pongamos un ejemplo: supongamos que tienes mucha hambre y tu comida favorita, por alguna extraña razón, está dentro de una alacena cerrada con llave. Sabes que está ahí, pero sin una llave no puedes tener acceso a ella, por lo que morirías de hambre esperando a que la puerta se abriera milagrosamente, a menos que busques la llave para accesar. Eso es lo que pasaría si los restos de plantas y animales se acumularan en el suelo y no se pudieran descomponer. Los nutrientes que están ahí, atrapados en esos residuos, no estarían accesibles para que otros organismos, como las bacterias, los hongos, los artrópodos e incluso las mismas plantas los pudieran utilizar. Entonces sus poblaciones irían disminuyendo y tal vez desaparecerían por falta de alimento.

Afortunadamente, el suelo posee la llave para tener acceso a los nutrientes que están contenidos en los restos de plantas y animales. De hecho, existen dos vías para llegar a ellos. La primera es similar a tener un juego de ganzúas para abrir la puerta y, aunque este método es el más lento, garantiza el acceso a ellos a largo plazo. Este proceso se da por medio de diversos elementos ambientales como la radiación solar, el viento o la lluvia, que van fragmentando todo el material que fue depositado. Sin embargo, debido a su lentitud, puesto que dependen del ambiente, se utiliza una segunda llave: los artrópodos y otros animales que viven en el suelo y que desmenuzan la hojarasca, es decir, los restos de hojas y otras partes de las plantas, facilitando así su colonización por parte de microorganismos como hongos y bacterias, y posteriormente su descomposición.

Dentro de la gran diversidad de artrópodos existentes, en muchos tipos de suelo habita un grupo dominante que desempeña un papel relevante en el reciclaje de nutrientes. Estos microartrópodos, son ácaros diferentes a los que viven en nuestra cama o en nuestra piel y que se alimentan de nuestras células muertas, de la grasa que producimos a través de nuestros poros o de otros desechos.

La importancia de los ácaros que viven en el suelo, no solo radica en el hecho de que participan en el desmenuzamiento de la hojarasca, facilitando a otros microorganismos (principalmente hongos y bacterias) su función de descomposición, sino también en la relación que se establece entre los ácaros y su potencial alimento, lo cual genera una red trófica (alimentaria) compleja. Se han observado ácaros consumiendo una gran variedad de alimentos como hojas, troncos y raíces de plantas muertas, hongos, bacterias, algas, polen, líquenes, musgos, otros microartrópodos, como algunos colémbolos, e incluso larvas de pequeños insectos. Sin embargo, los ácaros no serían capaces de consumir y utilizar toda esta materia orgánica sin la ayuda de los microorganismos que viven en su interior, que incluyen protozoos, hongos y principalmente bacterias, que son los encargados de proporcionarles las enzimas necesarias para degradar el alimento ingerido y de este modo adquirir nutrientes y producir energía. En otras palabras, los ácaros dependen de estos microorganismos llamados endosimbiontes para poder sobrevivir.

Vida de endosimbionte

¿Qué beneficio obtienen los endosimbiontes de los ácaros? Además de utilizar el alimento que ingiere el ácaro, los endosimbiontes, como lo dice el vocablo endo, viven en el interior de este organismo; un lugar menos estresante, lejos de depredadores y en el que las condiciones son óptimas para su desarrollo.

 Dentro de cada especie de ácaro habitan diferentes especies de endosimbiontes y cada una de ellas puede producir las enzimas necesarias para degradar un alimento en particular, así, los ácaros pueden aprovechar distintos nutrientes incluso de la misma fuente. Por ejemplo, los endosimbiontes de los rumiantes les ayudan a degradar y generar distintos nutrimentos necesarios para su crecimiento y desarrollo, a partir de la celulosa, componente estructural de las plantas. Por otro lado, nosotros somos capaces de consumir alimentos que un rumiante no puede asimilar, y lo podemos hacer, entre otros factores, por la presencia de los diferentes endosimbiontes que viven en nuestro tracto digestivo y que nos permiten aprovechar distintos recursos.

Referencias:

Sánchez Chávez, D. I. (2020). ÁCAROS DEL SUELO Y BACTERIAS: AMIGOS INSEPARABLES. Obtenido de Oikos. Ecología UNAM: http://web.ecologia.unam.mx/oikos3.0/index.php/articulos/acaros-del-suelo

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