Cuando intentamos usar el enfoque taxonómico para cuantificar la biodiversidad del suelo, surgen problemas, especialmente cuando nos adentramos en el microscópico mundo de las bacterias.
Actualmente sólo un pequeño porcentaje de bacterias del suelo, probablemente menos del 10%, son cultivables en el laboratorio, y esto limita cuanta investigación se puede realizar en torno a ellas en un laboratorio.
Aunado a esto, como las bacterias pueden intercambiar grandes cantidades de ADN entre sí, la definición misma de lo que constituye una “especie” no está clara para este grupo de microorganismos. De hecho, en taxonomía bacteriana no existe un consenso ampliamente aceptado para definir lo que es «especie».
Más importante aún, estaríamos subestimando drásticamente el valor de la biodiversidad del suelo si utilizáramos únicamente el enfoque taxonómico. Es la diversidad de los procesos, la “diversidad funcional”, llevada a cabo por la biota del suelo lo que confiere un valor tan alto a la biodiversidad del mismo.
Los organismos del suelo desempeñan muchas funciones importantes, como el papel que realizan en el reciclaje de nutrientes. Esto incluye, el movimiento de Carbono del suelo a la atmósfera a través de la descomposición microbiana de la materia orgánica, y una comprensión completa de esta función es muy conveniente en esta época de creciente preocupación por los niveles de Dióxido de Carbono atmosférico.
Otras funciones de los organismos del suelo incluyen contribuir a su fertilidad mediante la aportación de Nitrógeno y Carbono, y afectar y mantener la estructura del mismo.
La biota del suelo también ayuda a la limpieza de los suministros de agua a medida que ésta se filtra a través del perfil, además de a eliminar contaminantes del suelo mediante su degradación.
Está claro que la biota del suelo desempeña muchas funciones vitales que abarcan una amplia gama de procesos y funcionan en una variedad de escalas diferentes, desde el nivel micro (a escala de sub-agregados), hasta la escala global. Por consiguiente, se sabe que la biodiversidad del suelo desempeña un papel muy importante dentro del sistema mundial, y la investigación en curso continúa destacando este aspecto.
Reciclaje de Nutrientes
En mayor o menor medida, todos los ciclos de nutrientes en el mundo contienen una fase edáfica. Muchos de los ciclos son muy complejos, ya que involucran una diversidad de enzimas y procesos bioquímicos.
Uno de los ciclos de nutrientes más ampliamente discutidos en los últimos tiempos es el ciclo del carbono debido a su relevancia para la teoría del cambio climático.
El ciclo del Carbono se produce cuando el Dióxido de Carbono (CO2) se fija en forma orgánica mediante el proceso de fotosíntesis. Las plantas son las más famosas por realizar este proceso, pero hay una variedad de microorganismos, incluidas algas, cianobacterias, y algunas otras formas de bacterias, que también son capaces de realizar fotosíntesis.
En el ciclo del Carbono, el Carbono fijado puede ascender a través de niveles tróficos a medida que los organismos fotosintéticos, o “productores primarios” (autótrofos), son devorados por “consumidores primarios”, como los herbívoros, y estos a su vez pueden ser depredados por “consumidores secundarios” y así sucesivamente.
El Carbono que inicialmente fue fijado por los fotoautótrofos, regresa a la materia orgánica del suelo cuando los organismos mueren, o a través de sus excretas. Este Carbono, que forma parte de la materia orgánica del suelo, puede seguir dos caminos:
Puede estar sujeto a descomposición microbiana, mediante la cual los microorganismos utilizan la sustancia orgánica como fuente de energía y el Carbono regresa a la atmósfera en forma de CO2 producto de la respiración.
Sin embargo, existen varios factores o mecanismos que pueden aumentar, a veces dramáticamente, el tiempo de permanencia del Carbono en los suelos. Uno de ellos es el nivel de persistencia de la forma de Carbono. Por ejemplo, los carbohidratos de cadena corta son muy lábiles y generalmente no permanecen en el suelo por mucho tiempo. Sin embargo, las moléculas más complejas, especialmente las ligninas y los taninos, son mucho más recalcitrantes y pueden permanecer en los suelos durante muchos años.
Referencia:
Gardi Ciro and Jeffery Simon. Soil Biodiversity. Joint Research Centre, Scientific and Technical Reports Institute for Environment and Sustainability. Land Management & Natural Hazards Unit.

